03
abril
2014

¿II Guerra Mundial y los implantes?

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Como si de coches o bicicletas se tratara, los humanos tenemos piezas de repuesto que salvan o mejoran nuestra calidad de vida. Para reemplazar huesos y dientes, sustituir tejidos blandos como la piel o remediar  los degastes de nuestro sistema cardiovascular (marcapasos, stents), los biomateriales –materiales implantables en un organismo vivo– son la solución a los posibles defectos ‘de fábrica’ o ‘debidos al uso’ de nuestro cuerpo.

La investigación en materiales útiles para la fabricación de prótesis e implantes ha avanzado mucho, pero todo comenzó por azar, tal y como cuenta María Vallet en su libro Biomateriales. Tras la Segunda Guerra Mundial los médicos observaron que los soldados con restos de metralla en su cuerpo podían vivir sin problemas. Esto les llevó a deducir que la inclusión de partículas metálicas en el cuerpo no suponía un problema y que, por tanto, estos metales, al ser tolerados por el organismo, se podían emplear para reparar otros tejidos internos. Así fue como empezaron a utilizar implantes metálicos para corregir daños en el cráneo o para la fijación interna de fracturas.

Además de materiales metálicos, para fabricar implantes se utilizan cerámicas, polímeros o materiales compuestos. La lista es larga y variada, porque actualmente los componentes, así como la instrumentación para su colocación, se diseñan para cada problema concreto. Se ha pasado de utilizar materiales inertes para la sustitución de tejidos vivos, como una prótesis de rodilla o cadera, al diseño de materiales bioactivos y biodegradables para la reparación de los mismos. Algunos biomateriales incluso se diseñan para durar lo que viva el paciente, mientras que otros se degradan en productos metabolizables.

La investigación en este campo ha llegado aún más lejos. Ahora la comunidad científica trabaja en la tercera generación de biomateriales, donde el objetivo es la regeneración de tejidos, o incluso de órganos como el hígado o los riñones.

Está claro que los biomateriales han llegado para quedarse. Un dato: más de 50 millones de personas en todo el mundo tienen implantado algún tipo de prótesis. Y otro dato, ahora de casa: en los últimos 15 años (1997-2012) se han colocado en España 426.500 prótesis de cadera y 430.000 prótesis de rodilla, casi un millón de componentes, lo que da idea del número de personas que hacen vida normal gracias a los avances en este ámbito.

Es más, María Vallet sostiene que cada vez será más frecuente que a lo largo de nuestra vida necesitemos la ayuda de un biomaterial. La buena noticia es que “hay solución prácticamente para todos los órganos y sistemas corporales”, explica. Vamos, que no podemos impedir que nuestros cuerpos se estropeen en algún momento, pero al menos contamos con prótesis e implantes que nos faciliten la vida.

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Fuente: blogs.20minutos.es

 

Autor: Carlos A. Ramirez B.
Publicado el: Biomateriales, Curiosidades, Nanomateriales, Nanomedicina

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